A Gabo Ferro.
>> domingo, 12 de febrero de 2012
No quiero esperar a que te mueras para darle a otros mi Chau. No quiero aprovechar la ola de elogios postmortem para barrenar y sólo entonces encontrar con quién hablarte.
Quiero decir, ahora, que con tus ideas y tu voz me pienso, que te busco cuando necesito recordar cómo soy.
Que te encuentro cuando salgo al balcón por la noche a estar con el viento y el cielo sin intermediarios. Que tus jardines y tus pájaros son para mí de las más hermosas posturas políticas.
En pocos están la postura y la coherencia fuera de la producción. En pocos hay contenidos que suenan tanto más fuerte que tus gritos mágicos y tus silencios abismales.
Y te lo dirijo a vos, Gabo, con tuteo y nombre, para acortar las distancias. Pero el fin no es hablarte a vos que no estás en la misma, sino a los que se encuentran a sí mismos escuchándote y me entienden, y se encuentran un poco acá también.
Si no hay quién, y me quedo hablando sola por mucho tiempo, estará bien.
Si sólo pasaran los mejores que esto, los superiores, algún día se aburrirán.
Yo mientras voy a estar acá, hablándote en mis dedos con la intención de que lean otros.
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