La memoria.
>> jueves, 4 de febrero de 2010
He descubierto que mi falta de memoria es asombrosa; tan sorprendente como esquizofrénica.
La actividad de escribir sin constancia ni dedicación genera en primera instancia la terrible experiencia de quedar estupefacta ante los borradores incompletos de otras épocas, y resignarme a la inconclusión infinita de algunas cuestiones.
Que, en ocasiones, sé que soy yo quien las ha escrito.
La falta de intensa reflexión previa o el inevitable límite al que caigo con cada reflexión al no tener una contraparte que aporte nuevas preguntas, nuevas ideas, tendrá su parte en el asunto, y yo no podré superar las sensaciones y las dudas.
Lo positivo, en algún punto, es que luego de mucho tiempo, y si no he releído mis palabras efusivamente o con frecuencia, la distancia que he tomado desdibuja la identidad del autor. He tenido la grata sorpresa de encontrarme interesante, de no saber en absoluto cómo seguía una historia y disfrutar hasta del estilo narrativo de esas autoras que conozco por primera, y por última vez, hasta la próxima, en el punto final.